Como un juego de ajedrez, donde no esperas el próximo movimiento y debes saber afrontarlo sin más.
Como la lluvia que arrecia cuando menos lo esperas.
Debían olvidar, dejarlo todo atrás, fingir que ya no quedaba nada. Arrastrarse hacia el pozo del olvido aún no queriendo hacerlo. ¿Cuántas veces lo habían intentado ya? Quizás era más fácil luchar por no sentir nada.
Se ahogaban y se mantenían a flote a la vez, pues una fuerza muy grande los mantenía con vida, su amor.
Hay algo mucho más eterno que el universo, algo que jamás llegará a desparecer, algo que permanecerá siempre.
Todos los sentimientos se quedan en nosotros y nos hacen ser como somos. Todo lo que hemos sentido permanece eterno.
El olvido no existe, es sólo una concepción que tenemos preconcebida. No existe un olvido completo, un vacío donde vayan a parar todos esos sentimientos que creemos haber sacado de nuestro interior.
Si no hubiera sentido antes no podría sentir lo que siento ahora. Todo lo que enterramos alimenta lo que mostramos.
Me he cansado de luchar contra lo que siento, de pensar: es más fácil dejarlo marchar, es mejor lo más fácil, miéntete y di a tu reflejo ante el espejo que serás más feliz.
Me he cansado de escuchar los pensamientos ajenos que me gritan que me rinda a lo fácil, que deje de ir a por lo difícil, que ame a alguien que se encuentre tan cerca que no me deje respirar. Pero no puedo hacer eso, no puedo engañarme y rendirme al entierro de mis sentimientos.